22/10/07

Hamilton y la Tribu

Lo confieso, y no me arrepiento, ayer sentí una enorme satisfacción cuando Raikkonen, que no Ray Connif, ganó el campeonato del mundo de Fórmula 1. Confieso que, como muchos, mi interés por el mundo del motor, se circunscribía a las dos ruedas, en parte porque uno creció con las hazañas de Ángel Nieto, pero también porque las carreras de motos tienen una gran espectacularidad al haber una notable cantidad de adelantamientos. Con la llegada de Fernando Alonso cambió la situación, y rápidamente me convertí en todo un connaisseur del mundo del volante, no teniendo secretos para mí las suspensiones hidraúlicas, los neumáticos degradados, y en general la terminología de uso corriente en ese mundo. Por lo menos sé tanto, sino más, que los forofos que comentan las carreras desde Telecinco. Y con el mismo forofismo me he comportado y no me arrepiento, eché de menos más imágenes de los caretos de Ron Dennis y del afortunado papá del cuasicampeón, cuando su chiquirritín metió la pata hasta la altura de la axila al intentar un adelantamiento casi imposible, cuando llegar cuarto le hubiera servido para proclamarse campeón del mundo.

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