Decía hoy Epi en El País que el equipo de baloncesto del que él mismo formó parte y que hasta la fecha era el único en haber ganado una medalla de plata en unos Juegos Olímpicos, aquel equipo, digo, estaba unos treinta años por detrás de la selección estadounidense a la que se enfrentó, y que, sin embargo, la selección de Gasol había reducido esa diferencia casi astral a una tercera parte, pudiéndose decir que la España de baloncesto de ahora está a diez años de Estados Unidos.
No me parece mala forma de decirlo, y creo que, con todos los matices que se quiera, se ajusta mucho a la realidad. Pero entre los treinta y los diez hay un abismo, pensad que el tango dice que veinta años no es nada, y diez, mucho menos. Justo la mitad.
El equipo español que hoy ha sacado la plata en Pekín es el mejor que haya habido nunca en España y, en general, en cualquier lugar del mundo exceptuando Estados Unidos. Los norteamericanos tienen unas cualidades físicas que les ponen aún bastante por encima, pero España ha podido incluso ganarles hoy, y eso sí que es la primera vez que ocurre en una final olímpica disputada por Estados Unidos en serio, con sus mejores estrellas sin faltar una y poniendo en el asador toda la carne que el momento requería, que fue mucha por lo apurado del marcador.
Sin las consabidas ayuditas arbitrales (no demasiado descaradas, pero ayuditas al fin y al cabo), habría que haber visto cómo terminaba la cosa. En diez años más en Europa (y probablemente en España) puede haber un equipo que gane a los yanquis.
Ojalá y se escapen todas...
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