Las cosas son como acaban...

Es verdad, lo dice el refrán y casi siempre hay que hacerle caso: "las cosas son como acaban, no como empiezan". Pero no me digan que no es aleccionador y hermoso este comienzo de Liga, en que un Madrid por vez primera con vitola de cuasi-modesto gana un partido no exento de épica (toda remontada lo es), mientras que un Barça acostumbrado a partir como favorito se deja un punto de los que luego se acuerda uno a final de temporada.

Si a ello le añadimos las machadas de Murcia (a pesar de jugar en casa) y, sobre todo, Almería, la cosa hace que se presente una Liga de lo más emocionante. La lástima fue el Getafe, que plantó cara a un desarbolado Sevilla, pero que no pudo jugar contra las expulsiones.

Y de aquí a dos semanas, el verdadero plato fuerte deportivo: el europeo de baloncesto, del que, así que pueda, no pienso perderme ni un solo partido.

¿A quién le importa la selección de fútbol?

Los perjudicados serían los griegos, digo yo...

Todo el mundo sabe que, en fútbol, un campo en malas condiciones a quien más perjudica es al equipo técnicamente mejor. Y en el partido amistoso de ayer entre España y Grecia, el mejor equipo técnicamente hablando, digo yo que era Grecia. O, al menos, eso atestigua su estatus actual, tras el último campeonato europeo conseguido en Portugal.

Así que supongo que los griegos estarán ahora diciendo aquello de "si hubiéramos jugado en un campo en condiciones, otro gallo habría cantado..." Los jugadores españoles lo avalan: "Todo el mundo sabe que era un campo con muy pocas posibilidades de jugar bien". Palabra de Dios, te alabamos, Señor.